miércoles, 18 de mayo de 2011

EL PODER Y LA ESTUPIDEZ


Nuestra naturaleza humana se satsiface con el poder porque este génera un extasis que bien podría compararse con un orgasmo sexual. Y, lo que nos satisface o nos agrada, buscamos repetirlo tantas veces sea como sea necesario con el propósito de saciar nuestro apetito de placer.

Así, todo placer mal conducido o exagerado suele llevarnos a la adicción y, la adicción es la perdida del juicio ante este gozo. Lo mismo sucede con las drogas, el sexo, y otros placeres más que, al no poder dominarlos, nos hace adictos.

Es en ese grado de adicción que solemos comenter errores, errores que escapan del juicio y que en muchos casos nos hace parecer tontos.

Personal y socialmente todos somos tontos en algún momento. Parecer tontos nos hace humanos y, como humanos, estúpidos. La estupidez es tolerable en la medida en que el grado de afectación recaiga sólo en el mismo individuo más no cuando dicha estupidez recae en muchos.

Por consiguiente, la presente elección presidencial es una estupidez.

Es una estupidez que dos candidatos que gozan de tanto rechazo en el país se midan frente al electorado peruano en esta segunda etapa.

La ley del poder indica que la raza humana es compleja y a la vez fascinante ya que existen quienes nacen para gobernar y otros quienes nacen para ser gobernados. De forma que es fácil inferir que siempre existiran ricos y pobres, esclavos y amos, gerentes y empleados.

Quienes han disfrutado de los placeres del poder, buscan granjearse una legión de seguidores o una legión de sucursales mentales que exclamen, repitan y aviven discursos, versos y rabietas. Por supuesto que estos sujetos, quienes se encuentran del lado de la plebe, son los obreros de los que gobiernan sus mentes, ya que estos últimos carecen de autonomía mental.

Gozar de autonomía mental nos hace libres y, si somos libres, vivimos dignamente. Algo que en definitiva no sucede en la hermana República de Venezuela. Una de las facultades de la libertad es la libre expresión y, al ser vulnerada, la dignidad se pierde.

Los medios de comunicación peruanos ya han perdido muchísima dignidad en los tiempos fujimoristas, algo que ya explique anteriormente los hizo parecer estúpidos. Sin embargo, dicha estupidez no debe trascender las fronteras de lo medianamente racional, en vista de que ello afecta a muchos, en especial a aquellos que carecen de autonomía mental.

Si bien es cierto que la prensa es el cuarto poder de una sociedad democrática, bien puede pasar a la otra orilla y constituirse como la cuarta desgracia de una sociedad democrática en decadencia.

Quien crea que el comandante en retiro representa mejor sus intereses y los del país, pues no tema darle su voto y ejerce su derecho a libertad de elección. De la misma manera, quienes creemos que Keiko Fujimori es el mal menor para el país que le brinde su voto. Todo lo que nos queda a los peruanos es unirnos en base a los valores democráticos de respeto y tolerancia.

Por tanto; señores de prensa, dejen de parecer estúpidos y conserven la neutralidad del caso que ya bastante daño le han hecho a la sociedad en la que conviven con sus congéneres.

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