miércoles, 9 de junio de 2010

Ridiculez Social


Como iniciar el texto sin sentir indignación por la actitud de esta persona. He visto la entrevista realizada por Rosa María Palacios en su programa Prensa Libre - demasiado tibia por cierto - en la cual hace gala de su expresionismo actoral. Sus argumentos son poco sólidos o valederos para alguien con la suficiente perspicacia mental como para notar su desesperación por dominar la entrevista y acentuar su posición de "víctima"

La policía tiene la facultad de solicitar los documentos en el momento que lo requieran por pura rutina o por razones de oficio. Esa actitud de dejar la luna a medio abrir y expresar: Dígame que falta he cometido es típica de mocosita de papá.

Quizás sea una empresaria exitosa - habría que definir el término éxito - y una figura pública pero sus argumentos lindan con la estupidez.

Son las 9, tengo que ver a mis hijos.
Imposible que suba a alguien a mi auto en Los Olivos
Me quedé en el Perú para darle trabajo a los peruanos.
He sido agraviada.

El hecho real es que se burló de la autoridad policial. Luego de ello empeora su situación al expresar algo tan desatinado como "imposible que suba a alguien a mi auto en Los Olivos"..., por respeto hacia el lugar donde trabaja El Megaplaza del Cono Norte de Lima, no debería expresar ese tipo argumentos.

Eso se puede tomar como alguien que muerde la mano de quien le da de comer. El cono norte de Lima debería declararla persona no grata y cerrar las labores de su "prestigiosa" empresa en el mencionado centro comercial. No contenta con ello, se atreve a decir que pudo haber viajado a Nueva York y que se quedó por darle trabajo a los peruanos. Ningún peruano debe amilanarse ante sus palabras. Ella vive de los pagos a su empresa. No otorga nada por caridad. De haber sucedido en otro país, no sólo habría pagado su multa, sino que habría dormido tras la rejas y se le hubiera sancionado como se debe.

La opinión pública no la juzgará por la situación o por la seudo fisura, sino por no tener el tino al expresarse, tanto capricho social es imposible de concebir.


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