jueves, 27 de mayo de 2010

Imagine

A lo largo de mi vida, siempre he experimentado sensaciones existencialistas. Algunas veces creí realmente en un Dios y me aferraba a él como sinónimo de seguridad ante mis dudas. Otras tantas, lo negé a rajatabla sumido en la rabia de no encontrar luces a mis dudas. A decir verdad, hay muchas cosas en las que realmente no creo. Tengo un espíritu libre y me agrada la sensación de no pertenecerle a nadie, tan sólo a mi mismo. Me agrada la idea de ser parte del cosmos y retonar a él en el ocaso de mi vida.

No le pertenezco a mi madre ni a mis amigos ni a una eventual pareja (en el caso de tenerla). Sólo le pertenezco a mis ideales y ellos a mí.

A estas alturas de mi vida me cuesta volver a enamorme, volver a creer en ciertas ilusiones y esperanzas, me cuesta creer que puedo volver a creer. Sin embargo; guardo afectos por mi patria, mis padres, mis hermanos, mis amigos, mi hija, pero no les pertenezco. Concluyo que si el amor que siento por ellos nace en mí, debe morir precisamente en mí. Así, yo eligo a quien amar o la idea de quien amar. Porque las personas mueren, pero los ideales no. Por lo tanto, siento que pude haberme enamorado de John Lenon y de otros personajes más. Pero lo prefiero a él.

No soy bisexual, por favor ya no me hagan esas preguntas que el amor es universal. Chicas, aún tienen oportunidad, inténtenlo. Quizás puedo parecer un sujeto muy confuso, inexplicablemente autista (algunas veces, lo reconozco), pero un chico al fin y al cabo. Pueden explorarme, investigarme, sentirme, vagabundear en mi mente, etc. Soy alguien que suelo entregarme plenamente a la saciedad de un amor. Si es otro hombre y guarda comunión con mis ideales, pues lo amo en el ideal. Y, en el caso de una chica, la amo en el ideal y en el deseo corporal. Para los cristianos, Jesús era todo amor, amaba indistintamente del género, yo, siento igual.

Que no le pertenezca a nadie, no evita mi entrega personal.

Comulgo en el ideal de que la raza humana es única, compleja en si misma pero fascinante al fin y al cabo. Imagino que en algún momento de la historia de la humanidad, las étnias habrán desaparecido para dar paso a la territorialidad. Todos somos terrícolas. Y así, con el paso del tiempo, galaxinos (sujetos de una misma galaxia) hasta llegar a la universalidad. Creo que sólo en aquel momento conoceremos a Dios o a lo que lo represente.

Por ahora tenemos a John Lenon, quien nos pedía imaginar un mundo sin credos, sin fronteras, sin cielos ni infiernos. Imaginar que no hay razones para matar o morir.

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