jueves, 8 de abril de 2010

Una melodía para Lima



Recuerdo mis visitas al centro de Lima para acompañar a mi madre a su regreso a casa de su trabajo en cancillería. Recuerdo la pestilencia de la Av. Abancay y sus alrededores, recuerdo el aroma a anticucho, los postres y otros tantos manjares expuestos a la contaminación de los buses de transporte público. Recuerdo también lo pestilente del orin a los lados de la Iglesia San Pedro, recuerdo a los mendigos y ambulantes de antaño. Aún quedan algunos.

La Lima de entonces olía muy mal.

La cancillería peruana, institución que recibe a innumerables invitados extranjeros, parecía estar rodeada de la mendicidad, el estiercol, y el desorden del ciudadano capitalino rústico.

La fusión de aromas llegaba a producirme un efecto vomitivo.

La Lima de hoy se asemeja más a la ciudad que merecemos, que fuimos alguna vez y, que poco a poco estamos retomando. Ser ciudadano, es mucho mas amplio que portar el documento de identidad, ser ciudadano es sentirse orgulloso de su abolengo.

Durante el mencionado periodo, no me sentía así. Y es que durante gran parte de nuestra historia republicana, se nos negó el legítimo derecho del orgullo de ser peruanos y avivar los versos al hablar de la ciudad capital.

Mi juicio me dice que si Lima cambia, cambia el Perú. Podemos cambiar todos.

Las provincias muestran rechazo hacia Lima, pero desean ser más limeños. Lo percibo en el contacto con su gente, en la gracia con la que relatan sus historias al regresar a sus pueblos. Su gentilicio es para con su pueblo, su nueva visión del mundo, hacia la ciudad que lo scobija tantos años. Lugar donde crecieron sus hijos y saben que estos cada vez más son diferentes y que a su vez, los hijos de sus hijos lo serán de sus padres.

La nueva Lima es una sumatoria de trabajo, dedicación, pasión y algo de suerte.

Lima debe ser fuente de orgullo, de glamour, de exaltación. Y, ese orgullo debe ser exportado a través de la música, la pintura, la escultura, la literatura, la gastronomía, la moda. Así, un ilustre peruano como Gastón Acurio no sólo exporta productos peruanos al extranjero, exporta cultura, una forma de ser y sentirse peruanos.

Creo firmemente que todo ciudadano provisto de conciencia social, procura lo mejor de si mismo para el lugar donde crece se desarrolla y procrea. Sin conciencia social no somos nada, somos autómatas que vivimos y respiramos porque podemos hacerlo. Afortunadamente, los peruanos ya cambiamos, ya somos mejores. En nuestros ciudadanos ilustres recae la sagrada responsabilidad de transportar en cada uno de sus sentidos la peruanidad a flor de piel.

Despertar nuestra conciencia social es sabernos hijos. Lima es nuestra madre y la patria, el país, nuestro padre. Ser un buen hijo, es ser testigo y actor del cambio.

Siendo así, la mayor responsabilidad la llevan nuestros ilustres. Ellos, no pueden ser testigos mudos del desprendimiento del pasado. Su conciencia social debe exaltar el henchir del pecho en cada peruano hasta el punto más álgido del orgullo nacional. Los limeños tenemos por ahora la ventaja de condensar el poder político, económico y social. De alguna manera somos más cosmopolitas. Estamos entonces, llamados a dar el primer paso.

Vivaldi -Invierno 1 AllegroNon Molto 2

No hay comentarios: