El Scotiabank para mí, es el banco de moda. Tuve el agrado de trabajar en la oficina de la agencia de España en Comas, lugar al que acudía diarimente hasta mediados del año pasado.
El área de microempresa era el sector en el que realizaba mis actividades. Y, siempre presto a aprender, decidí embarcarme en el rubro de las ventas crediticias. La verdad, no es fácil persuadir a alguien a endeudarse con una entidad financiera. Algunos lo logran, otros, como yo, perciben al poco tiempo que no es lo que desearían hacer por un tiempo prolongado. Amigos de antaño incluso han tratado de enrolarme a las filas de la tarjeta de crédito, pero hasta hoy al menos, no accedí.
Unos de ellos es mi amigo Roberto, quien siempre intenta convencerme de las ventajas de la tarjeta Faladeuda - Falabella -, aunque aún hasta ahora no la acepto. Tengo mi reticencia, los altos intereses.
Contrario a muchos - quizás a contracorriente - , para mí, el dinero es un instrumento que me permite obtener lo que necesito para satisfacer mis necesidades. Me fascina mucho más la gloria de lo que me fascina el dinero. Por ello mis recuerdos de las experiencias en la mencionada agencia, tienen un aire mucho más filántropo que económico. Además, la paga no era tan buena. Y, aún creo que muchos de mis ex compañeros, tienen mejores oportunidades. Creo que sólo es cuestión de visión. Definitivamente no es digno vivir del esfuerzo de otros. No es ético ni moral, el aprovecharse de la carencia de autoestima laboral.
Muchas empresas que prestan servicios a entidades financieras, rigen por la misma metodología.
El área de microempresa era el sector en el que realizaba mis actividades. Y, siempre presto a aprender, decidí embarcarme en el rubro de las ventas crediticias. La verdad, no es fácil persuadir a alguien a endeudarse con una entidad financiera. Algunos lo logran, otros, como yo, perciben al poco tiempo que no es lo que desearían hacer por un tiempo prolongado. Amigos de antaño incluso han tratado de enrolarme a las filas de la tarjeta de crédito, pero hasta hoy al menos, no accedí.
Unos de ellos es mi amigo Roberto, quien siempre intenta convencerme de las ventajas de la tarjeta Faladeuda - Falabella -, aunque aún hasta ahora no la acepto. Tengo mi reticencia, los altos intereses.
Contrario a muchos - quizás a contracorriente - , para mí, el dinero es un instrumento que me permite obtener lo que necesito para satisfacer mis necesidades. Me fascina mucho más la gloria de lo que me fascina el dinero. Por ello mis recuerdos de las experiencias en la mencionada agencia, tienen un aire mucho más filántropo que económico. Además, la paga no era tan buena. Y, aún creo que muchos de mis ex compañeros, tienen mejores oportunidades. Creo que sólo es cuestión de visión. Definitivamente no es digno vivir del esfuerzo de otros. No es ético ni moral, el aprovecharse de la carencia de autoestima laboral.
Muchas empresas que prestan servicios a entidades financieras, rigen por la misma metodología.
Me sueño colmado de gloria más que de riqueza, la opulencia es la consecuencia de la gloria y, llega por añadidura.
!Visón y meta amigos!
Lo gratificante de dicha labor, llegaba los fines de semana. Las noches venían cargadas de cierta dosis de algarabía, júbilo y algo de desenfreno.
El Boulevard de Los Olivos, cobijaba nuestras más selectas y difusas intenciones acerca de una noche parrandera y de diversión. El lugar elegido "El Kokus"
Larga vida al Kokus que albergaba nuestros fatigados cuerpos de la carga laboral, larga vida al Kokus que nos permitía la liberación de nuestras aberraciones verbales en contra del sistema y los ineptos de la clase política. Nadie se expresaba igual después del cuarto vaso de cerveza. Los ánimos se apoderaban de las palabrás y los movimientos.
Luego de algunos vasos más, las miradas se tornaban más inquisidoras. Los movimientos eran cada vez más sugestivos y el calor permitía desajustarse un botón más para sucumbir ante el derroche de la liberación de los sentidos.
El derriere era el término más usado en las mesas de ellos y ellas. Tal vez los ritos sociales nos hacen esconder neustras libertades, pero es evidente que el alcochol libera algo más que una inocente risa.
En el Kokus, todos eramos internos, funcionarios y hasta gerentes. El tú formaba parte de la noche. Todo transucrría de manera horizontal.
Era genial.
Evitaré mencionar nombres para no comprometer a nadie a la guillotina de la negación de los afectos femeninos de su compañera. Las mejores noches, transcurrían en nuestra mesa invadida sólo por compañeros. Las compañeras eran una excusa para portarse bien y, sinceramente, nadie quería hacerlo. Cantar hasta terminar en el ronquido siendo más de las 4am era un placer que ninguno de nosotros se quería perder. Más aún si el apreciado bien que todo lo compra y todo lo puede, aún palpitaba en nuestros bolsillos.
Las amigas se tornaban conocidas en cuestión de minutos. Los más osados, se apegaban al ritual de ser un caballero. Ofrecer un asiento, invitar un trago - aún cuando page el funcionario - , era el camino hacia el exito.
Era fenomenal escuchar la música en vivo. Moverse al compas de ella y literalmente cantarsela al oído a tu acompañante - más aún si era en inglés - , para demostrar tus dotes de artista. Robbie Williams, Bryan Adams, Keane, entre otros, hacía enloquecer a más de una.
Al regresar a las mesas, la conversación era más amena y mucho menos parametrada. Intercambiábamos experiencias, nos contábamos anhelos futuros, decepciones amorosas, sueños de adolescentes, etc.
Al finalizar la jornada, solíamos desgustar una parrillas en termino medio y una gran dosis de botellas de agua para purificar el sistema, aunque siempre recalcaba que no había necesidad, puesto que la cerveza es diurética y es una propiedad que a fin de cuentas se cumplirá.
El rock en español en vivo, el alcohol y la compañia, hacían de las noches de fin de semana, la excusa perfecta para escapar de la citadina vida limeña.
!Visón y meta amigos!
Lo gratificante de dicha labor, llegaba los fines de semana. Las noches venían cargadas de cierta dosis de algarabía, júbilo y algo de desenfreno.
El Boulevard de Los Olivos, cobijaba nuestras más selectas y difusas intenciones acerca de una noche parrandera y de diversión. El lugar elegido "El Kokus"
Larga vida al Kokus que albergaba nuestros fatigados cuerpos de la carga laboral, larga vida al Kokus que nos permitía la liberación de nuestras aberraciones verbales en contra del sistema y los ineptos de la clase política. Nadie se expresaba igual después del cuarto vaso de cerveza. Los ánimos se apoderaban de las palabrás y los movimientos.
Luego de algunos vasos más, las miradas se tornaban más inquisidoras. Los movimientos eran cada vez más sugestivos y el calor permitía desajustarse un botón más para sucumbir ante el derroche de la liberación de los sentidos.
El derriere era el término más usado en las mesas de ellos y ellas. Tal vez los ritos sociales nos hacen esconder neustras libertades, pero es evidente que el alcochol libera algo más que una inocente risa.
En el Kokus, todos eramos internos, funcionarios y hasta gerentes. El tú formaba parte de la noche. Todo transucrría de manera horizontal.
Era genial.
Evitaré mencionar nombres para no comprometer a nadie a la guillotina de la negación de los afectos femeninos de su compañera. Las mejores noches, transcurrían en nuestra mesa invadida sólo por compañeros. Las compañeras eran una excusa para portarse bien y, sinceramente, nadie quería hacerlo. Cantar hasta terminar en el ronquido siendo más de las 4am era un placer que ninguno de nosotros se quería perder. Más aún si el apreciado bien que todo lo compra y todo lo puede, aún palpitaba en nuestros bolsillos.
Las amigas se tornaban conocidas en cuestión de minutos. Los más osados, se apegaban al ritual de ser un caballero. Ofrecer un asiento, invitar un trago - aún cuando page el funcionario - , era el camino hacia el exito.
Era fenomenal escuchar la música en vivo. Moverse al compas de ella y literalmente cantarsela al oído a tu acompañante - más aún si era en inglés - , para demostrar tus dotes de artista. Robbie Williams, Bryan Adams, Keane, entre otros, hacía enloquecer a más de una.
Al regresar a las mesas, la conversación era más amena y mucho menos parametrada. Intercambiábamos experiencias, nos contábamos anhelos futuros, decepciones amorosas, sueños de adolescentes, etc.
Al finalizar la jornada, solíamos desgustar una parrillas en termino medio y una gran dosis de botellas de agua para purificar el sistema, aunque siempre recalcaba que no había necesidad, puesto que la cerveza es diurética y es una propiedad que a fin de cuentas se cumplirá.
El rock en español en vivo, el alcohol y la compañia, hacían de las noches de fin de semana, la excusa perfecta para escapar de la citadina vida limeña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario