La primera vez que lo ví, me dio la impresión de que caminaba entre nubes sintiéndose el príncipe de Mónaco. Tiene la piel blanca, los ojos marrones, el cabello espontáneo - alborotado - , y las manos delicadas. Es de contextura normal, ni atlético ni gordo. Es un tipo simpático tanto en lo físico como en los social. Gusta mucho de la literatura y tiene dotes de artista. Posee una imaginación innata para realizar dibujos. En suma; es una persona más a la que admiro. No sólo porque es un intelectual, sino porque es una de mis mejores amigos. Y, ambos tenemos algo en común: nuestra suerte con las mujeres es nula. Creo que eso nos une más y lo considero mi hermano de letras.
Estudiamos juntos en la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega. A algunos les resulta un tipo presumido y muy jocoso en determinadas situaciones. A mí, bastante interesante.
Reproduciré una conversación que sostuvimos hace unos días por teléfono.
- Hola Omar - Siempre formal.
- Renato, ¿cómo estás?
- Bien.
- Oye, ¿en qué andas?
- En los mismo de siempre, trabajando.
- No te aburres.
- No.
- ¿Qué vas a hacer más tarde?
- No sé, ¿a dónde me quieres llevar?
- Jajaja. Ven por el centro pues.
- ¿Otra vez un café?
- Sí, esto de trabajar en prensa me estresa.
- ¿Te tratan mal en La República?
- No, sólo quiero escapar un momento de todo.
- ¿Y si te mandan de comisión?
- No creo, ya cumplí con mis notas.
- ¿Pero acaso no hay un flaquita que tranquilice tus ánimos?
- En serio quiero estar solo.
- Sí, te entiendo, yo también estoy igual.
Entonces me dijo algo que jamás olvidaré.
- Omar, te extraño - Nostálgico.
Si alguien más me lo hubiese dicho, quizás me hubiera reido. Porque suena medio Gay, pero Renato es mi hermano y a decir verdad, yo también lo extraño.
- Yo también te extraño.
- Extraño nuestras conversaciones y tomar un café en la plaza San Martín.
- Ayer te llame, pero no me contestaste.
- Sí, estaba de comisión.
- Iré por el centro y me quedaré en tu casa.
- Mi viejita se pondrá feliz.
- Asi quedamos entonces.
- Ok, chao.
Renato es un tipo genial. Lo considero un orate, pero uno que sobresale entre los demás por sus ideas renovadas. El periodismo es su vida y trabaja muy duro. Es ambicioso con sus metas. Siempre dice las cosas tal y como son y algunas veces suele ser demasiado directo y se gana enemigos, pero ambos somos hombres de pasiones fuertes y las dificultades para nosotros simbolizan un estímulo.
En ocasiones me agrada invitarlo a tomar unas copas de vino, porque me parece que se torna más libre, tanto que es capaz de llamar a quien cree es su amor imposible para invitarla a salir un fin de semana. Creo que a diferencia mía, en cuestiones de amor es mucho más cobarde. Calla y no demuestra nada por temor a ser rechazado, creo. Y la verdad no sé porque, él es un tipo bien parecido.
Ya no nos vemos muy a menudo, pero siento que con el transcurrir del tiempo, nuestra amistad ha madurado lo suficiente.
Ambos nos extrañamos.
Verlo ahora con su carnet de prensa y siempre apurado por terminar sus notas me da una imagen diferente de él. Lo veo crecer en lo personal y en lo profesional. Me siento orgulloso de sus logros. Sé bien que cumplirá su proceso de aprendizaje y continuará su camino hacia el exito. Sólo espero que no olvide sus sueños, porque contrario a mí, él ya tuvo su primera experiencia literaria. Ya patentó su obra en Indecopi con el título: Jugando a ser Dios y está próximo a presentarlo a las casas editoriales. Sin duda, un hombre de muchas ambiciones, un hermano que me estimula a continuar y perseverar.
Un gran abrazo para ti Renato.
Estudiamos juntos en la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega. A algunos les resulta un tipo presumido y muy jocoso en determinadas situaciones. A mí, bastante interesante.
Reproduciré una conversación que sostuvimos hace unos días por teléfono.
- Hola Omar - Siempre formal.
- Renato, ¿cómo estás?
- Bien.
- Oye, ¿en qué andas?
- En los mismo de siempre, trabajando.
- No te aburres.
- No.
- ¿Qué vas a hacer más tarde?
- No sé, ¿a dónde me quieres llevar?
- Jajaja. Ven por el centro pues.
- ¿Otra vez un café?
- Sí, esto de trabajar en prensa me estresa.
- ¿Te tratan mal en La República?
- No, sólo quiero escapar un momento de todo.
- ¿Y si te mandan de comisión?
- No creo, ya cumplí con mis notas.
- ¿Pero acaso no hay un flaquita que tranquilice tus ánimos?
- En serio quiero estar solo.
- Sí, te entiendo, yo también estoy igual.
Entonces me dijo algo que jamás olvidaré.
- Omar, te extraño - Nostálgico.
Si alguien más me lo hubiese dicho, quizás me hubiera reido. Porque suena medio Gay, pero Renato es mi hermano y a decir verdad, yo también lo extraño.
- Yo también te extraño.
- Extraño nuestras conversaciones y tomar un café en la plaza San Martín.
- Ayer te llame, pero no me contestaste.
- Sí, estaba de comisión.
- Iré por el centro y me quedaré en tu casa.
- Mi viejita se pondrá feliz.
- Asi quedamos entonces.
- Ok, chao.
Renato es un tipo genial. Lo considero un orate, pero uno que sobresale entre los demás por sus ideas renovadas. El periodismo es su vida y trabaja muy duro. Es ambicioso con sus metas. Siempre dice las cosas tal y como son y algunas veces suele ser demasiado directo y se gana enemigos, pero ambos somos hombres de pasiones fuertes y las dificultades para nosotros simbolizan un estímulo.
En ocasiones me agrada invitarlo a tomar unas copas de vino, porque me parece que se torna más libre, tanto que es capaz de llamar a quien cree es su amor imposible para invitarla a salir un fin de semana. Creo que a diferencia mía, en cuestiones de amor es mucho más cobarde. Calla y no demuestra nada por temor a ser rechazado, creo. Y la verdad no sé porque, él es un tipo bien parecido.
Ya no nos vemos muy a menudo, pero siento que con el transcurrir del tiempo, nuestra amistad ha madurado lo suficiente.
Ambos nos extrañamos.
Verlo ahora con su carnet de prensa y siempre apurado por terminar sus notas me da una imagen diferente de él. Lo veo crecer en lo personal y en lo profesional. Me siento orgulloso de sus logros. Sé bien que cumplirá su proceso de aprendizaje y continuará su camino hacia el exito. Sólo espero que no olvide sus sueños, porque contrario a mí, él ya tuvo su primera experiencia literaria. Ya patentó su obra en Indecopi con el título: Jugando a ser Dios y está próximo a presentarlo a las casas editoriales. Sin duda, un hombre de muchas ambiciones, un hermano que me estimula a continuar y perseverar.
Un gran abrazo para ti Renato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario