jueves, 21 de enero de 2010

Mi amigo Renato

La primera vez que lo ví, me dio la impresión de que caminaba entre nubes sintiéndose el príncipe de Mónaco. Tiene la piel blanca, los ojos marrones, el cabello espontáneo - alborotado - , y las manos delicadas. Es de contextura normal, ni atlético ni gordo. Es un tipo simpático tanto en lo físico como en los social. Gusta mucho de la literatura y tiene dotes de artista. Posee una imaginación innata para realizar dibujos. En suma; es una persona más a la que admiro. No sólo porque es un intelectual, sino porque es una de mis mejores amigos. Y, ambos tenemos algo en común: nuestra suerte con las mujeres es nula. Creo que eso nos une más y lo considero mi hermano de letras.

Estudiamos juntos en la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega. A algunos les resulta un tipo presumido y muy jocoso en determinadas situaciones. A mí, bastante interesante.

Reproduciré una conversación que sostuvimos hace unos días por teléfono.

- Hola Omar - Siempre formal.
- Renato, ¿cómo estás?
- Bien.
- Oye, ¿en qué andas?
- En los mismo de siempre, trabajando.
- No te aburres.
- No.
- ¿Qué vas a hacer más tarde?
- No sé, ¿a dónde me quieres llevar?
- Jajaja. Ven por el centro pues.
- ¿Otra vez un café?
- Sí, esto de trabajar en prensa me estresa.
- ¿Te tratan mal en La República?
- No, sólo quiero escapar un momento de todo.
- ¿Y si te mandan de comisión?
- No creo, ya cumplí con mis notas.
- ¿Pero acaso no hay un flaquita que tranquilice tus ánimos?
- En serio quiero estar solo.
- Sí, te entiendo, yo también estoy igual.

Entonces me dijo algo que jamás olvidaré.

- Omar, te extraño - Nostálgico.

Si alguien más me lo hubiese dicho, quizás me hubiera reido. Porque suena medio Gay, pero Renato es mi hermano y a decir verdad, yo también lo extraño.

- Yo también te extraño.
- Extraño nuestras conversaciones y tomar un café en la plaza San Martín.
- Ayer te llame, pero no me contestaste.
- Sí, estaba de comisión.
- Iré por el centro y me quedaré en tu casa.
- Mi viejita se pondrá feliz.
- Asi quedamos entonces.
- Ok, chao.

Renato es un tipo genial. Lo considero un orate, pero uno que sobresale entre los demás por sus ideas renovadas. El periodismo es su vida y trabaja muy duro. Es ambicioso con sus metas. Siempre dice las cosas tal y como son y algunas veces suele ser demasiado directo y se gana enemigos, pero ambos somos hombres de pasiones fuertes y las dificultades para nosotros simbolizan un estímulo.

En ocasiones me agrada invitarlo a tomar unas copas de vino, porque me parece que se torna más libre, tanto que es capaz de llamar a quien cree es su amor imposible para invitarla a salir un fin de semana. Creo que a diferencia mía, en cuestiones de amor es mucho más cobarde. Calla y no demuestra nada por temor a ser rechazado, creo. Y la verdad no sé porque, él es un tipo bien parecido.

Ya no nos vemos muy a menudo, pero siento que con el transcurrir del tiempo, nuestra amistad ha madurado lo suficiente.

Ambos nos extrañamos.

Verlo ahora con su carnet de prensa y siempre apurado por terminar sus notas me da una imagen diferente de él. Lo veo crecer en lo personal y en lo profesional. Me siento orgulloso de sus logros. Sé bien que cumplirá su proceso de aprendizaje y continuará su camino hacia el exito. Sólo espero que no olvide sus sueños, porque contrario a mí, él ya tuvo su primera experiencia literaria. Ya patentó su obra en Indecopi con el título: Jugando a ser Dios y está próximo a presentarlo a las casas editoriales. Sin duda, un hombre de muchas ambiciones, un hermano que me estimula a continuar y perseverar.

Un gran abrazo para ti Renato.

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